Jerusalén se acordó en los días de su aflicción y de sus miserias todas las cosas agradables que tenía en los días antiguos, cuando su pueblo (i) cayó en manos del enemigo y nadie la ayudó: los adversarios la vieron, [ y] se burlaban de ella (k) los sábados.

(i) En su miseria consideró los grandes beneficios y comodidades que había perdido.

(k) Por su religión y su servicio a Dios, que era el mayor dolor para los piadosos.

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