Jerusalén se acordó en los días de su aflicción y de sus miserias de todas las cosas agradables que tuvo en los días de antaño, cuando su pueblo cayó en manos del enemigo, y nadie la ayudó: la vieron los adversarios, y se burlaron de sus sábados.

Jerusalén se acordaba... de sus cosas agradables - más bien, se acuerda ahora en su estado afligido. En los días de su prosperidad no apreció, como debía, los favores de Dios para con ella. Ahora, despertando de su pasado letargo, siente de qué altos privilegios ha caído.

Que tuvo en los días de antaño, cuando su pueblo cayó en manos del enemigo - es decir, después de los días de prosperidad "su pueblo cayó".

Los adversarios... se burlaban de sus sábados - los paganos solían burlarse del sábado de los judíos, como muestra de su ociosidad, y los llamaban sabatarios (Marcial, 4:4). Ahora, decían irónicamente, podéis guardar un sábado continuo. Así que Dios estableció que la duración del cautiverio (70 años) fuera exactamente la suma de los sábados de los 490 años en los que a la tierra se le negaron sus sábados (cumpliendo las amenazas). Maurer, con la versión siríaca, lo traduce 'ruina'. Pero la versión inglesa expresa mejor el punto de su 'burla', a saber, sus "sábados" involuntarios, es decir, el cese de todos los movimientos nacionales. En esta estrofa se añade un cuarto verso, mientras que en todas las demás sólo hay tres. 

[Cheth (ch)]

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