(9) Nadie, cuando enciende una lámpara, la pone en lugar secreto, ni debajo de un celemín, sino sobre un candelero, para que los que entran vean la luz.

(9) Por lo tanto, nuestra mente está iluminada con el conocimiento de Dios, que debemos dar luz a los demás, y por lo tanto, nuestra labor principal debe ser orar por esa luz.

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