Ningún hombre, que enciende una vela, que repudia que en un lugar oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean la luz.

Ver. 33. Nadie, cuando ha encendido, etc. ] Nuestro Salvador advierte aquí a aquellos que han dado alguna buena esperanza de su arrepentimiento, que aprecien su luz y caminen por ella.

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