(18) Sigamos, pues, las cosas que contribuyen a la paz, y las cosas con las que unos pueden edificar a otros.

(18) Una conclusión general: el uso de esta libertad, en efecto, y de toda nuestra vida, debe preocuparse por la edificación de los demás, en la medida en que lo consideramos ilícito, por razón de la ofensa de nuestro hermano, que es en sí mismo puro y lícito.

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