(k) ¿Por qué estás abatida, oh alma mía? ¿Y por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún le alabaré, quien es la salud de mi rostro y mi Dios.

(k) Esta repetición declara que David no venció de inmediato, para enseñarnos a ser constantes, por cuanto Dios ciertamente librará a los suyos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad