La generosa provisión que tanto el rey como el pueblo hicieron para el sustento de los sacerdotes y levitas, es otra prueba de cuánto el servicio del santuario estaba en el corazón del pueblo. Sólo aquellos que han sido privados de ellas pueden tener un sentido real del valor de las ordenanzas. No puedo pasar por alto este largo relato de la generosidad del pueblo hacia sus sacerdotes sin mencionar la conducta agradecida de Azarías, el sumo sacerdote, en esa ocasión.

No solo hemos tenido suficiente para comer (dijo él) sino que nos ha dejado de sobra. Sería de desear devotamente que, si bien la gente es liberal con sus ministros, todos los ministros lo fueran con ellos. Un sacerdote ocioso es el más odioso de todos los personajes. Y lo que Pablo ha dicho acerca de los hombres en general, debe ser seguido de la manera más especial en la ley concerniente a los supuestos siervos del santuario; Si alguno no funciona, tampoco debe comer. 2 Tesalonicenses 3:10 .

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