(13) Y mientras David y sus hombres iban por el camino, Simei iba por la ladera del monte enfrente de él, y mientras iba andando maldijo, le arrojó piedras y arrojó polvo. (14) Y el rey, y todo el pueblo que con él estaba, llegaron cansados ​​y reposaron allí.

Sin duda, los espíritus tanto del rey como del pueblo estaban muy inclinados y necesitaban un refrigerio. ¡Cuán dulce es, bajo las persecuciones de Satanás y del mundo, cuando en cualquier momento JESÚS refresca el alma con los susurros de su gracia!

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