(14) Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados, escogidos y fieles. (15) Y me dijo: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. (16) Y los diez cuernos que viste de la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda, y comerán su carne y la quemarán con fuego.

(17) Porque Dios ha puesto en sus corazones el cumplir su voluntad y ponerse de acuerdo y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. (18) Y la mujer que has visto es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra.

Todos a la verdad hacen guerra contra el Cordero; eso es con los seguidores del Cordero. Tanto Herodes como Poncio Pilatos, aunque en sí mismos no son amigos entre sí, pero cuando Cristo o su pueblo están a la vista, todos los Herodes y todos los Pilates de la tierra, con los gentiles y la gente de todas las descripciones de hombres carnales, se unen. Todo en la mente natural, no renovado por la gracia, es hostil a Cristo. Pero, lector, observa lo que se dice, el Cordero los vencerá. ¡Oh! ¡sí! Y en él y su justicia; los más débiles de este pequeño ejército los vencerán también.

No puedo evitar rogarle a mi Lector que me comente qué relato bendito y glorioso se da de la Persona de Cristo, y qué vivacidad de su pueblo. Porque él es Señor de señores y Rey de reyes. ¡Sí! Bendito para siempre, Dios Todopoderoso, ¡sé tú en tu propia naturaleza y esencia eterna! Tus propias distinciones eternas como uno en la Deidad hacen tuyos estos títulos. Y por creación, providencia, gracia; y gloria, tú, en común con el Padre y el Espíritu Santo, tienes y eres todo.

Y cuán dulce es para las almas de tu pueblo, que por medio de su unidad contigo, en esa naturaleza suya, te has unido a ti mismo, los que están contigo, son llamados, escogidos y fieles. ¡Si señor! al llamarlos con un llamamiento santo, se demuestra que han sido escogidos por Dios antes de la fundación del mundo. Porque a los que predestinó, a éstos también llamó.

Y por su llamado en gracia, son hechos fieles en Cristo Jesús. ¡Oh! ¡la indescriptible bienaventuranza de una gracia tan distintiva! ¡Lector! ¿Qué dice el testimonio de tu corazón sobre estas cosas? ¿Pueden ustedes, y lo hacen, tomar el dulce lenguaje que el Espíritu Santo por medio del Apóstol enseña a la Iglesia? Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propio propósito y gracia, que nos dio en Cristo Jesús antes que el mundo comenzara. Para el Comentario sobre los versículos 15 y 18 (Rev_17: 15; Rev_17: 18), vea el 1er y 2do, 2 Timoteo 1:9 .

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