Hay algo interesante en este breve relato; por breve que sea, de lo que el Profeta escuchó de esta conversación. Muestra cuán atentos están los espíritus ministradores en su oficio, que son enviados para ministrar a los herederos de la salvación. ¡Confía en ello, lector! ¡Nunca estamos menos solos que cuando estamos solos! Varios han sido los cálculos de curiosos sobre este período de dos mil trescientos días.

Pero el tema se deja justo donde los hombres lo encuentran. A nadie le ha enseñado Dios el Espíritu el método para determinarlo con exactitud. Y para mí, lo confieso, raya en la presunción intentar ser sabio por encima de lo escrito. Cuando se cumple lo predicho, se ve el final. Pero, ¿cómo pueden los hombres no iluminados y no despiertos, que nunca fueron enseñados por Dios, ser competentes para descubrir cosas secretas que pertenecen al Señor?

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