¿A quién señala este rey feroz? Presumo no decirlo. Pero de ello surge una mejora espiritual, que tanto el escritor como el lector harían bien en considerar: a saber, cuán espantosas son todas las visitaciones del Señor, cuando se levanta para sacudir terriblemente la tierra. Contemplamos la mente de Daniel tan afectada en la sola contemplación de ella, que aunque sabía que no sucedería en sus días, sin embargo, le indujo enfermedad y miedo.

Hay una enfermedad tanto del alma como del cuerpo, y se puede suponer que ambas operan en los fieles del Señor en tiempos de dolor por el bienestar de Sion. Pero en medio de estos, mientras el alma vive de la Persona, Obra y gloria del Señor Jesucristo; los propósitos de un Dios inmutable en el Pacto, traerán consuelo adentro, cuando las cosas sean tan poco prometedoras afuera. ¡Oh! cuán verdaderamente bendecido es tener este Dios del Pacto en Cristo para volar y confiar en él, cuando el mundo está convulsionado por tormentas y tempestades; y todas las cosas en desorden!

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