REFLEXIONES

¡LECTOR! Roguemos los dos a Dios por gracia para reunir las mejoras adecuadas de este Capítulo, y tal como Dios el Espíritu Santo evidentemente pretendía que la Iglesia obtuviera de la lectura de él en todas las épocas. La imagen del carnero con dos cuernos, y el macho cabrío con un cuerno notable entre sus ojos, estas similitudes se nos explican en el Capítulo, y tuvieron su realización en los reinos de Media y Persia, y de Grecia que sucedieron a ambos, y hace mucho que se han eliminado.

Pero la visión de la tarde y la mañana y el continuo sacrificio; estos son temas de meditación eterna y conducen a una mejora incesante bajo la enseñanza divina, mientras la Iglesia continúe en la tierra. ¿Y quién no ve, bendito y eterno Espíritu, enseñado por ti, las dulces alusiones en esas cosas en el cordero de la mañana y el cordero de la tarde, y el sacrificio de cada día, a la persona, la sangre y la justicia del ¿Señor Jesucristo? ¿No es Jesús el cordero inmolado desde la fundación del mundo? Y si la exhibición por tipo de este sacrificio era necesaria, entonces el Señor creyó conveniente que se estableciera tanto por la mañana como por la tarde, para manifestar que desde la mañana de la vida hasta la tarde de la muerte, se necesita una propiciación para pecado, y se vuelve continuamente necesario! ¡Y lector!

¡Piensa, lector! cuán infinitamente meritorio en sí mismo. Piense en cuán bienaventurado debió haber sido a los ojos de Dios el Padre, cuando durante cuatro mil años juntos, antes de que se llevara a cabo lo que había de cumplirse, el Señor designó un memorial diario de ello, en el cordero de la mañana, y el cordero de la tarde, para ser sacrificado! ¡Precioso Jesús! ¡Que sea nuestro deleite diario, tanto en la mañana como en la tarde de cada día, contemplar tu cuerpo magullado, y tu alma hecha una ofrenda por el pecado! Con frecuencia, Señor, en tu mesa y en tu casa de oración, sea nuestra alegría conmemorar tu muerte en la santa comunión.

Y mientras contemplamos al Cordero de Dios quitando el pecado por el sacrificio de sí mismo; danos opiniones tan ricas de la complacencia de Dios Padre, en el acto bendito de Cristo muriendo por nosotros, para que podamos entrar en la más viva convicción y certeza, que cuando él murió en la cruz, por el pecado de su pueblo, él murió, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Entonces Jesús fue hecho pecado, y por sus redimidos, maldición, para que fueran hechos justicia de Dios en él. Amén.

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