Observe, no bastaba tenerlo escrito para él, debía hacerlo con su propia mano: y el más alto honor al que podía llegar, era el sagrado empleo que aquí se le ordenaba. Pero esto no fue todo. No bastaba con escribirlo, había que meditar en él. ¡Lector! en cuántas familias es la palabra de DIOS un reproche, cuando la Biblia se hace descansar en sus estantes sin usar de un día para otro. ¿No será la palabra de Dios un testimonio rápido contra los tales en el día del juicio? ¡Bendito JESÚS! que tu palabra more en mi corazón ricamente en toda sabiduría, y sea mi meditación todo el día.

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