¿Qué puede formar la imaginación de más hermosura que la de contemplar a un padre piadoso rodeado por su pequeña familia, a quien él está contando los tratos bondadosos del Señor con su alma? ¡Lector! sólo imagínate a un padre, o un maestro, así comprometido, y luego pregúntate si la bendición del SEÑOR no debe descansar sobre tales hogares. Y observe además, el cuidado que tiene el legislador judío, actuando en su alto carácter bajo DIOS, para hacer cumplir la religión como algo personal, así como una preocupación nacional.

Las palabras de DIOS debían estar ligadas como señal al hombre mismo ya todos con quienes él tenía que tratar; insinuando dulcemente así, que toda la vida y la conversación debían llevar una correspondencia adecuada a la profesión. Tampoco esto era todo, los postes de la casa debían tener la misma inscripción, para que el extraño y todos los que pasaran supieran que el siervo del SEÑOR habitaba allí. ¡Lector! no pase por alto la provisión del evangelio, en estos grandes puntos.

Toda nuestra conversación debe ser tal que se convierta en el evangelio de CRISTO. Y todo lo que hacemos, de palabra o de hecho, todo debe hacerse para la gloria de DIOS. No sólo en nuestras puertas, sino en nuestros corazones, CRISTO debe formarse y morar allí. ¡SEÑOR! Concede tanto al Escritor como al Lector estas pruebas decisivas de que somos tuyos, Filipenses 1:27 .

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