(3) Entonces la reina Ester respondió y dijo: Si he hallado gracia en tus ojos, oh rey, y si al rey le place, déjame mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi petición. (4) Porque somos vendidos, yo y mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y para morir. Pero si nos hubieran vendido por esclavos y esclavas, me había mordido la lengua, aunque el enemigo no pudo contrarrestar el daño del rey.

¿No es esta petición de Ester, considerada espiritualmente, muy adecuada para la petición de todo pobre pecador ante un Dios misericordioso en Cristo? ¿No estamos vendidos? ¿No nos hemos vendido a nosotros mismos por el pecado, la iniquidad y la transgresión? Y si nuestra esclavitud hubiera sido para la gloria de Dios, ¿cómo podríamos habernos levantado para librarnos de ella? Pero cuando es por el triunfo de Satanás; ¡Oh! seguramente Jesús nos librará de la ira venidera y nos librará del poder del enemigo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad