(9) Entonces los escribas del rey fueron llamados en aquel tiempo en el mes tercero, es decir, el mes de Siván, en el día veintitrés de ese mes; y fue escrito conforme a todo lo que Mardoqueo mandó a los judíos, a los lugartenientes, a los diputados y gobernantes de las provincias que van desde la India hasta Etiopía, ciento veintisiete provincias, a cada provincia, según su redacción, ya todo pueblo según su idioma, ya los judíos según su escritura y según su idioma.

(10) Y escribió en el nombre del rey Asuero, y lo selló con el anillo del rey, y envió cartas por postes a caballo y jinetes en mulas, camellos y dromedarios jóvenes: (11) donde el rey concedió a los judíos que estaban en cada ciudad para reunirse y defender su vida, para destruir, matar y hacer perecer, todo el poder del pueblo y la provincia que los asaltaría, tanto a los pequeños como a las mujeres, y para tomar el despojo de ellos para presa, (12) Un día en todas las provincias del rey Asuero, a saber, el día trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar.

(13) La copia del escrito para que se diera un mandamiento en cada provincia se publicó a todo el pueblo, y que los judíos debían estar preparados para ese día para vengarse de sus enemigos. (14) Salieron, pues, los postes que montaban en mulos y camellos, apresurados y presionados por el mandamiento del rey. Y el decreto se dio en Susa el palacio.

Si el lector tiene curiosidad por calcular, encontrará, creo, que esta nueva proclamación se hizo unos nueve meses antes de que tuviera lugar el día fatal que Amán había designado para la destrucción de los judíos. De modo que fueron poco menos de dos meses desde el amargo llanto de Mardoqueo hasta este momento de revertirlo. Mientras tanto, el Señor a veces permite que sus queridos hijos se ejerciten, incluso cuando todo el tiempo ha decidido liberarlos.

¡Oh! por la gracia de recordar siempre tales cosas. ¿Podrían Mardoqueo y el pueblo de los judíos, si se les hubiera ordenado que eligieran sus propias misericordias, haber deseado algo más que la destrucción de su enemigo jurado y el enriquecimiento con su botín? Piensen en esto, entonces, pueblo de Dios, en todas sus dificultades. Muy pronto Dios aplastará a Satanás bajo sus pies; y ese cántico se cantará a coro en gloria: Ahora ha venido la salvación y el poder, y el reino de nuestro Dios, y el poder de su Cristo; porque ha sido derribado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios. día y noche. Apocalipsis 12:10 .

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