Vea el dulce efecto de la oración. Observe, el Señor le mostró que el alivio no es del hombre, sino del Señor. Los judíos, en su tradición de esta providencia, comentan que el árbol mismo era amargo, pero el efecto de sus operaciones era dulce. Sea esto así, o no, aún considerado espiritualmente, si suponemos como algunos lo han hecho, que este árbol era un tipo de la cruz de Cristo, sabemos que de ese amargo salió dulce, lector. Confía en él, Jesús, y su cruz, hará que todas tus aguas turbulentas se calmen y todas tus aguas de aflicción sean dulces. ¡Queridísimo Señor! sé tú mi porción en todo, y entonces todo será endulzado por ti.

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