REFLEXIONES

¡LECTOR! Cuán verdaderamente bendecido es que, en medio de todas las lamentables circunstancias que acompañan a Israel y Judá, el Dios de Israel y Judá es el mismo, y el valor y la eficacia de Su salvación es por los siglos de los siglos. Aunque Israel, como un cachorro de león, sea tomado en una fosa y llevado cautivo con cadenas, sin embargo, el León de la tribu de Judá debe prevalecer, y todos sus enemigos deben ser sometidos a sus pies.

Las regalías de Su persona y majestad, el valor y la constancia de Sus labores, los triunfos de Su gloria y salvación, estos abren a nuestras almas temas incesantes de deleite y gozo, y especialmente cuando, de nuestra unión y unidad con Él, sabemos nuestro interés en todas sus victorias. ¡Granizo! ¡Tú, glorioso y bondadoso León de la tribu de Judá! en tu sangre y justicia nuestro triunfo seguro sobre la muerte, el infierno y la tumba ya se ha cumplido, y ahora somos más que vencedores gracias a tu gracia que nos ayuda.

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