REFLEXIONES

¡LECTOR! ¿Cuáles son sus propias opiniones sobre la naturaleza humana en general, al leer el triste relato del pecado y la rebelión en este Capítulo? Y aún más, ¿qué piensas del Israel de Dios, al contemplar la bajeza aquí manifestada por un pueblo profesante al Dios de Israel? ¿Qué pensará un hombre de tener confianza en sí mismo, después de tales puntos de vista de naturaleza caída? ¡Lector! ¿No es suficiente hacer que cada creyente se relaje todos los días? ¿Y no servirán esas representaciones humildes de la naturaleza, mediante la gracia, para mantener abierto un manantial perpetuo de arrepentimiento y dolor en el alma? ¿No resultará, bajo Dios, el mejor y más fuerte de todos los argumentos para ocultar el orgullo de nuestros ojos y divorciar el corazón de todos los marcos legales y la justicia propia? ¿No incitará también al alma a buscar continuamente en Dios la gracia, que por su Espíritu Santo, ¿Podemos estar capacitados para mortificar las obras del cuerpo y vivir con un comportamiento adecuado de santa conversación y piedad? Sobre todo, ¿puede algo tender igualmente a agradar a Cristo en toda su hermosura y en toda su gloria? ¡Oh! precioso, precioso Jesús! ¿Cómo cada vista de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea, nos trae a casa con creciente convicción en el alma, la absoluta necesidad que tenemos de ti y tu gran salvación? ¡Oh Señor! que la gran mejora de este Capítulo, y en verdad de todas tus Sagradas Escrituras, guíe nuestro corazón hacia ti; vivir contigo, caminar contigo y disfrutar eternamente de ti, como la suma y sustancia de toda nuestra felicidad. Verdaderamente bendito Redentor, tú eres en verdad el todo en todo para tu pueblo; y muy misericordiosa fue la orden de la Iglesia, llamarte por tu adorable nombre: el Señor Justicia nuestra.

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