No interrumpo la lectura de esos versículos, porque están conectados. Contienen la protesta solemne del Señor, en vista de sus pecados. Señalan también la absoluta imposibilidad de la

la recuperación del pecador por sus propios esfuerzos, bajo la fuerte figura de la tonalidad negra del etíope y de las manchas del leopardo. Pero aquí también, precioso Jesús, cuán indeciblemente bienaventurado es para el alma de tus redimidos, que lo que la ley no pudo hacer, fue débil por la carne; tú, mediante el envío del Padre, has cumplido en tu propia carne; Romanos 8:3 . ¿Y tú me dices en cuanto a Jerusalén, no serás limpiada? ¡Oh, por la gracia de verte, para que pueda ser sano por ti!

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