Me quedo sin detener al lector con observaciones sobre este bendito pasaje, aunque en sí mismo invitaría a algunos de los más encantadores. Pero las cosas de gracia de las que se habla aquí, tanto a modo de juicio como de misericordia, son tan claras y tan obvias que no necesitan comentario. El Señor señala el terrible estado de su pueblo por la caída, y su total incapacidad para recuperarse: y así, al grabar en sus mentes sus inmerecidos, aumenta las riquezas de su gracia en su redención.

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