(1) В¶ ¿No hay un tiempo señalado para el hombre en la tierra? ¿No son también sus días como los días de un asalariado? (2) Como el siervo desea ardientemente la sombra, y como el asalariado busca la recompensa de su trabajo: (3) Así se me hizo poseer meses de vanidad, y se me asignaron noches fatigosas. (4) Cuando me acuesto, digo: ¿Cuándo me levantaré y se irá la noche? y estoy lleno de sacudidas de un lado a otro hasta el amanecer. (5) Mi carne está vestida de gusanos y terrones de polvo; mi piel está rota y se vuelve repugnante. (6) Mis días son más veloces que la lanzadera de un tejedor, y se gastan sin esperanza.

Esta parece ser una dirección de Job a sus amigos. Compara la vida humana bajo varias similitudes muy sorprendentes, y de ahí desea señalar que, como un trabajador pobre en cualquier posición, espera la tarde del día con una especie de alegría, para luego descansar; de modo que podría ser excusado por desear la tumba, para poner fin, no sólo a sus labores, sino a sus dolores y sufrimientos peculiares, a causa de su repugnante enfermedad.

¡Lector! Será mucho más provechoso para nuestro alivio, bajo cualquier tipo de dolor, llevar nuestro caso ante el trono, y esperar el tiempo del SEÑOR para la liberación, que presuntuosamente prescribir cuándo será la hora. Un hijo de DIOS tiene más miedo de que salga del horno sin purgar, y el fin del SEÑOR de ponerlo allí no responda, que de que esté allí demasiado tiempo. Y por lo tanto, puedes poner esto como una máxima segura; hasta que veamos la sabiduría de Dios y el amor de Dios en nuestras aflicciones, nunca nos reconciliaremos con ellas como deberíamos. Pero cuando un creyente en el horno puede y dice: Mi DIOS mi Salvador me está ejercitando, yo sé que todo está bien; Sé que todo estará bien; ¡Oh! ¡Cuán santificado es entonces ese dolor!

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