¡Qué! ¡Pero la gracia soberana de Dios podría haber inducido tales efectos! ¿Qué nación, qué reino o pueblo buscaremos, en busca de humillaciones similares, ante la predicación de un pobre y despreciado Profeta? ¿No vemos en él la mano del Señor Todopoderoso disponiendo todas las órdenes del pueblo a esta conducta?

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad