(2) Por tanto, el rey me dijo: ¿Por qué está triste tu rostro, si no estás enfermo? esto no es más que dolor de corazón. Entonces tuve mucho miedo, (3) y dije al rey: Viva el rey para siempre; ¿por qué no ha de entristecerse mi rostro, cuando la ciudad, el lugar de los sepulcros de mis padres, está asolada, y sus puertas están en ruinas? consumido con fuego? (4) Entonces el rey me dijo: ¿Qué pides? Entonces oré al Dios del cielo.

(5) Y dije al rey: Si al rey le place, y si tu siervo ha hallado gracia en tus ojos, me envíes a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que la edifique. (6) Y el rey me dijo, (la reina también estaba sentada a su lado): ¿Por cuánto tiempo será tu viaje? ¿Y cuándo volverás? Así que agradó al rey enviarme; y le puse un tiempo. (7) Dije además al rey: Si al rey le place, que se me den cartas a los gobernadores del otro lado del río, para que me lleven hasta que entre en Judá; (8) Y una carta para Asaf, el guardián del bosque del rey, para que me dé madera para hacer vigas para las puertas del palacio que estaban junto a la casa, y para el muro de la ciudad, y para la casa que yo entrará.

Y el rey me concedió, conforme a la buena mano de mi Dios sobre mí. (9) В¶ Entonces llegué a los gobernadores al otro lado del río y les di las cartas del rey. Ahora el rey había enviado capitanes del ejército y gente de a caballo conmigo.

Hay algo muy interesante en este relato; el temor de Nehemías, no sea que el rey se ofenda. Y como estos monarcas del este eran absolutos y las vidas de sus súbditos estaban a su disposición, parecía haber motivos para temer. Pero este miedo dio lugar a una breve pero ferviente oración, silenciosa pero poderosamente enviada, pidiendo gracia a los ojos del rey. ¡Oh lector! qué benditos privilegios son los nuestros.

Tener un trono de gracia al que volar; una propiciación siempre establecida; y un abogado siempre para suplicar: ¿cómo podemos fracasar en el éxito en todas nuestras súplicas, cuando pedimos en el nombre de Jesús de acuerdo con la mente y la voluntad de Dios? Si Artajerjes respondió tan fácilmente a la petición de Nehemías, no dudemos nunca, pero la nuestra siempre será respondida, ya que tenemos uno en la corte del cielo a quien el Padre siempre escucha.

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