REFLEXIONES

LECTOR, que usted y yo nos detengamos en este Salmo divino. Ya sea el Bendito Mediador, como fianza del hombre, suplicando así acerca de sus propias aflicciones y las aflicciones de su pueblo, bajo lo oculto del rostro del Padre; o si se trata de los gritos de su iglesia, o de cualquier individuo de la iglesia, suplicando así ante el trono; en cualquier sentido, podemos notar con sentimiento cuán pesada y cuán penosa es la carga, cuando los santos ejercitados están bajo la doble angustia de las persecuciones de los impíos, y los ceños fruncidos o los escondites del Señor. "¿Hasta cuándo, oh Señor, hasta cuándo?" es el grito de sus pobres, necesitados y afligidos, cuando el enemigo triunfa y nuestro Dios oculta su rostro.

Pero lector, incluso aquí, y bajo el más profundo dolor del alma, consolámonos de que su roca no es como nuestra Roca, incluso nuestros enemigos mismos son jueces. No podemos correr con ellos al mismo exceso de disturbios; no podemos pensar, mucho menos hablar, a la ligera de nuestro Dios. Son, como dice el Apóstol, codiciosos, orgullosos, jactanciosos, implacables, despiadados. Su vino es el vino de Sodoma y de los campos de Gomorra; sus uvas, uvas de hiel; sus racimos son amargos.

Veneno de dragones es su vino y veneno cruel de áspides. Precioso Señor Jesús, te damos gracias por tus distintivos signos de gracia, incluso cuando nuestras almas están más afligidas y cuando el enemigo triunfa.

Por último, lector, bajo todos tus ejercicios, mira a Jesús y nunca, nunca olvides que el Señor es Rey por los siglos de los siglos; y los paganos perecieron de su tierra. Aún dentro de poco, los impíos serán cortados como la hierba, y secarán como la hierba verde; mientras que el justo florecerá como la palmera, y se extenderá como el cedro en el Líbano. ¡Bendito Jesús! en tu luz veremos la luz.

Hay un reposo que queda para el pueblo de Dios. En ese reposo, que eres tú, pronto llevarás a todo tu pueblo, y tus rescatados volverán y vendrán a Sion con cánticos y gozo eterno sobre sus cabezas, y obtendrán gozo y alegría; y el dolor y el gemido huirán.

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