Salmo 101:1

REFLEXIONES

¡Jesús! mi canción será de ti; ya Dios mi Padre cantaré. Cantaré de tu persona, cantaré de tu amor, cantaré de tu gracia, de tu misericordia, no, cantaré de tus juicios; porque yo sé, Señor, que todos tus juicios son rectos, y que en mis ejercicios más profundos, es por tu fidelidad que estoy turbado. No puede haber nada de malo en lo que Jesús designa. Por tanto, nada desafinará mi alma, mientras Jesús sea mi cántico.

Y lo que es obra del cielo, por tu gracia, será mi empleo en la tierra. Jesús es, ha sido y será, la única nota suficiente de gozo, amor y alabanza, ahora y por siempre.

Y, Padre santo, misericordioso Dios todopoderoso, a ti cantaré de Jesús. Tú has proclamado a Jesús desde el cielo como tu amado y siempre bendito y amado Hijo, en quien estás muy complacido. ¡Y humildemente, Señor, quisiera enviar las notas débiles de mi cántico de alabanza, para decir cuán feliz es mi pobre alma con tal Salvador! Señor, te cantaré sobre tu misericordia al dar a Cristo; en el nacimiento de Cristo; en la muerte de Cristo; en la resurrección de Cristo; en la redención por la sangre y la justicia de Cristo; en la ascensión, exaltación y triunfos de Cristo; en el sacerdocio eterno de Cristo; en los dones del Espíritu por Cristo; y de todas las bendiciones recogidas y contenidas en este don incomparable de tu amado Hijo, Cristo Jesús.

Este, Señor, será mi cántico, mi cántico diario, cada hora, en esta casa de mi peregrinaje, hasta que te plazca llevarme a casa, para cantar las alabanzas de Jehová, en el cielo, para siempre. Y ¡oh! Bendito Espíritu, ¿no afinarás mi corazón y mi arpa con esta melodía del alma, para que yo cante con el espíritu y cante también con el entendimiento? ¿No me harás cantar de Jesús, que cante de Aquel que es el dulce cantor de Israel y el principal músico de toda armonía? El primer cántico de alabanza que se haya levantado para que el hombre cante fue de Jesús, ¿qué ángeles cantaron? Gloria a Dios en lo más alto.

Y el cántico eterno del cielo, para ser cantado por todos los redimidos, es: Al que fue inmolado y nos redimió con su sangre. - Empieza entonces, alma mía, y no acabes nunca tu canción; pero deja que Jesús viva en tu corazón, more en tu lengua, gotee como un panal de miel al bendecir sin cesar a Dios en Cristo; y, hasta que te unas a los aleluyas del cielo, canta a Jesús tanto en misericordia como en juicio; ya Jehová, Padre, Hijo y Espíritu, alce tu voz. Amén.

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