Aquí se expone la continuación de las terribles consecuencias del rechazo de Cristo por Judas y su familia; y el pasaje se cierra con la certeza de que así será. Y aquí debo volver a señalar, para mantener vivo el recuerdo, tanto en mi propia alma como en la del lector, que es Cristo, el Amén, el testigo fiel, quien es el que habla. De los que hablan mal contra mi alma (dice él): contra el Santo de Jehová. ¡Lector! no lo pase por alto: y mientras contempla la solemne verdad, contemple a los despreciadores de Jesús, y regocíjese con temblor.

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