En la misma firme creencia con el salmista, que este Dios en Cristo es nuestro Dios en Cristo, adoptemos su plan y terminemos el Salmo, como lo comenzamos, con la seguridad de su amor eterno e inmutable, de todos los propósitos del pacto, de redención en su amado Hijo; y canta en voz alta sus alabanzas, cuya misericordia es eterna.

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