LAMED.

Aquí hay un hermoso discurso a Jehová, en la contemplación de su propia naturaleza eterna, los propósitos eternos y la inmutabilidad de sus concilios, y todas sus ordenanzas, providencias y dispensaciones, como se propuso en Jesús, el Verbo increado, antes de que el mundo comenzara. Y en la contemplación de estos, puede suponerse la gran Fianza de los pecadores, como aquí hablando, que a menos que la fidelidad de Jehová lo hubiera sostenido, debe haber perecido en la vasta empresa.

El pueblo de Dios nunca podrá estar establecido con demasiada firmeza o con demasiada frecuencia en la seguridad de estas grandes cosas de Dios. Cuando Cristo emprendió la redención de su pueblo y se comprometió, como tal, a tomar su nombre y su naturaleza; estaba atento a los compromisos y promesas del Padre a lo largo de todo. Jehová no solo había prometido prepararlo para la obra, haciendo que el Espíritu del Señor reposara sobre él y dándole el Espíritu sin medida; sino para ayudarlo en todos los aspectos, y llevarlo con seguridad a través de todos: y al final para hacer su trono como los días del cielo.

Por lo tanto, con referencia a estos propósitos de gracia, se puede suponer que el Profeta, en esta porción, está presentando a Cristo como que espera con ansias el período de su advenimiento con firme dependencia, y se embarca en el vasto plan con total certeza, de acuerdo con lo que se dice en los versículos siguientes. Compárese con Isaías 11:2 ; Juan 3:34 ; Salmo 89:29 .

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