Pero el rey se regocijará en Dios; Todo el que jura por él se gloriará, pero la boca de los que hablan mentira será cerrada.

Cuán bellamente concluye el Salmo. El Rey de Jehová, el Ungido de Jehová, debe reinar: todos los enemigos deben ser sometidos. Jehová mismo está comprometido con esto, y el reino eterno del Mesías debe prevalecer. Y como esto será para la gloria eterna de Jehová, Padre, Hijo y Espíritu Santo; así será para el gozo de Adonai, el Mediador, la cabeza gloriosa de su Iglesia, y para todo su pueblo.

Pero los triunfos de los redimidos en Jesús irán acompañados del derrocamiento final y completo de todos los enemigos de Dios y de su Cristo; porque caerán para no levantarse más; toda boca de los que hablan mentiras será cerrada, mientras que toda lengua de los redimidos confesará que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Amén.

REFLEXIONES

¡Mi alma! no descuides tu atención a esta preciosa porción de la palabra de Dios, hasta que hayas recogido de ella, como la abeja de la flor más dulce, las muchas instrucciones divinas que ofrece a tu meditación. Contemplen en él qué entretenimiento de la provisión más rica que el Señor puede ofrecer y satisfacer a sus redimidos, incluso en una situación en el desierto, cuando puede extender ante ellos una mesa tan abundante como la única que su propia presencia divina proporciona.

Seguramente aquí se puede ver en su totalidad la verdad de esa escritura, que hace que el desierto florezca como una rosa. ¿Qué tal si estás en un estado de desierto y rodeado de dispensaciones en el desierto, si Jesús está contigo y Jesús es tu porción? Si puedes llamarlo Dios tuyo y Dios de tus misericordias, ¿no será para ti todo lo que puedas necesitar y todo lo que puedas desear? Haz una pausa, alma mía, y cuenta tu derecho y reclama este pacto con Dios en Cristo.

¿No eres suyo por creación, por redención, por las conquistas de su gracia, la compra de la sangre de Jesús y el derecho del regalo del Padre a su amado Hijo? ¿Y no es Dios el Padre tu Padre en Cristo Jesús, por adopción y por gracia? ¿No es Jesús tuyo al desposarte consigo mismo y al entregarse voluntariamente a él en una unidad que nunca se disolverá? ¿No te ha dado el Espíritu Santo las arras del amor de Jesús, y ha manifestado que todo lo que tiene es tuyo, al tomar las cosas de Jesús y mostrártelas? ¡Oh! entonces vive a la altura de tus altos privilegios.

Asegúrate, día a día, de que el aliento devoto de este Salmo hable tu mismo idioma. Sé, alma mía, sembrar un clamor ferviente por el Dios de tu vida y de tu salvación. Dile a Jesús que nada puede satisfacer tus anhelos y tus sed sino él mismo. Dile que sus ordenanzas son dulces y los atrios de su casa hermosos; pero a menos que el Rey esté allí, y a menos que puedas retener al Rey en las galerías, no hay nada que pueda darte alegría.

¡Oh! ¡Tú, Santo, Tú, amado, Señor, justicia nuestra! deja que mi deseo se incremente cada hora hacia ti; que mi amor esté siempre contigo; que todo mi gozo sea en ti, toda mi satisfacción de ti; y sé tú el todo en todo para mí, mientras yo permanezca en el presente estado de desierto, hasta que me lleves a casa al disfrute eterno de ti mismo para siempre. Amén.

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