REFLEXIONES

¡Mi alma! detente en lo que has leído en este divino, este Salmo del evangelio. Aunque David cantó la invocación en ella, a tu Dios y Salvador, al traer el arca, sin embargo, fue por la fe en Jesús, quien es él mismo el arca verdadera de Jehová, y sobre quien reposó su gloria. Y canta en voz alta su nombre y justicia, como el arca de tu salvación, en el tiempo y por toda la eternidad. Confía en ello, alma mía, todos tus enemigos deben huir ante tu Jesús; porque Él, tu Salvador resucitado y exaltado, ha subido a las alturas; llevó cautiva la cautividad y recibió dádivas para su pueblo; sí, para los más rebeldes, como has sido y todavía eres, incluso para ti; para que el Señor tu Dios venga y habitase contigo, y, según su promesa, estableciera su morada contigo.

Bendícele, pues, alma mía, que cada día te colma de beneficios. Alabad a aquel que ahora va delante de ti, mientras iba delante de su pueblo por el desierto, mientras los alimentaba con maná, y enviaba una lluvia abundante sobre su heredad, así desciende como aguaceros sobre la hierba cortada, que era y es el pan vivo, el pan de Dios, que descendió del cielo; y fue y es la vida y la porción de su pueblo, tanto entonces como para siempre.

¡Granizo! ¡Tú, Redentor todopoderoso! ¡Bendito sea tu nombre para siempre! No solo has publicado y proclamado la tuya y la voluntad de tu Padre para la salvación de los pecadores; pero tú has hablado la palabra, y grande ha sido la compañía de los que la publicaron, como la enviaste. ¡Eres tú, bendito Jesús! el cual envió el Espíritu y dio algunos apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros; para perfeccionar a los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. ¡Y ahora, bendito Señor! Bendice los trabajos de aquellos a quienes has comisionado, y hazlos sumamente útiles, publicando tu nombre, tu gracia, tu amor, tu salvación consumada y tu gloria; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Amén.

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