REFLEXIONES

AQUÍ permíteme detenerme, alma mía, y contemplar a tu Rey y Dios en las glorias de su persona, y en la bienaventuranza de ese reino que no tendrá fin. En verdad, bendito Jesús, tú eres Rey, ambos como uno con el Padre, Dios sobre todo, bendito por los siglos; y como Mediador, Cabeza de tu iglesia y pueblo, a quien el Padre ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. ¡Es tu único derecho, tanto por herencia como por donación, gobernar tu iglesia, que te has comprado con tu sangre! Y ¡oh! ¡Qué bendito tu gobierno! Cuán suave, cuán justo, cuán equitativo, cuán verdadero es todo en tu reino.

Tus pobres súbditos, reunidos de las ruinas de una naturaleza caída, serán salvados, serán bendecidos, protegidos y eternamente felices en ti y por ti. No todo el rocío refrescante de las lluvias que caen puede descender con una influencia tan genial, como tú, con tu Espíritu, refrescarás las almas de tus redimidos: y toda bendición en tu reino espiritual aquí, y tu reino de gloria en el futuro, será adecuado a la grandeza de tu poder y las glorias de tu persona.

Benditos sean los hombres en ti; y tan universal y eterno será tu reino, que todas las naciones te llamarán bienaventurado. ¡Salve, pues, Señor glorioso, eterno y todopoderoso! ¡Oh! da a mi alma un lugar en tu reino. ¡Déjame ver todos los días los pasos de mi Dios y Rey en su santuario! Reconocido como tuyo, tanto por el don del Padre como por tu propia compra, y las conquistas de tu gracia; ¡Señor, ayúdame a llamarte mío mediante una unión eterna con tu persona y un interés en toda tu redención! entonces mi alma se regocijará continuamente en el mismo himno de alabanza que todos los fieles que han ido antes lo han hecho; y el primero y el último de mis hosannas será: Bendito sea el Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas. Y bendito sea su glorioso nombre para siempre. Que toda la tierra se llene de su gloria. Amén y amén.

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