La oración se cierra con una repetición de los dos argumentos muy poderosos; La propia causa de Dios y la malicia de los enemigos. Como si la iglesia dijera: No importa lo que nos suceda; pero, Señor, tu propia gloria está relacionada con nuestra salvación: levántate, pues, Señor Dios nuestro, y por tu causa bendice y libra a tu pueblo.

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