Estas son preguntas benditas y todas tienden a llevar el alma a Dios y a inducir el feliz problema en el que terminan las preguntas. No, Dios no ha desechado a su pueblo, al que antes conoció. Dios no tiene, Dios no lo hará. Ha hablado de paz a Israel, y no la negará. Entonces es nuestra debilidad, y no la falta de fidelidad de Dios, lo que provoca quejas de todo tipo. Es una bendición depender de Dios, como un Dios de pacto, cuando todas las cosas son oscuras y desalentadoras. La palabra, el juramento de Jehová, sellada con la sangre del pacto, es suficiente para aquietar el alma bajo los más agudos ejercicios de fe.

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