Si bien nos referimos, de una manera particular y especial, al diseño del Espíritu Santo en el dictado de este Salmo, y he aquí el llamamiento solemne que hace a los jueces y potentados terrenales para que otorguen un juicio justo entre el hombre y el hombre, en toda causa que les precede; recordemos no menos la preocupación privada que cada individuo tiene en la misma doctrina, para preservar la conciencia, en todos nuestros juicios, de que hay Uno que preside todo.

¡Oh! por la gracia de mirar hacia arriba a ese Testigo sempiterno y eterno, que no ve como ve el hombre, sino que juzga con justo juicio. Pero si los hombres escuchan o se abstienen, enséñame, bendito Jesús, para que te vigile, por quien reinan los reyes y los príncipes decretan la justicia. Proverbios 8:15 .

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