REFLEXIONES

¡Mi alma! Observen cuán implacable es la enemistad de Satanás contra los escondidos de Cristo; y qué persecuciones, de diversos lugares, suscitará para apartarlos de Dios. Pero observe también cuán eternamente seguros están del favor de Dios. Están escondidos con él, y escondidos en él: y aunque por un tiempo parezca que el Señor calla, mientras el enemigo triunfa; sin embargo, a su debido tiempo, Jesús se levantará para la destrucción de todos sus adversarios y los de ellos; y mientras el Señor los esconde, se manifiesta en su defensa.

Mira, alma mía, si estás en este feliz número: el pueblo que está escondido, habita solo, y no es contado entre las naciones. Son tan verdaderamente secretos e imperceptibles, en todas sus dulces transacciones con Dios en Cristo, que el mundo no los conoce, porque no lo conoció a él. ¿Y quién describirá su vida oculta con Cristo en Dios? ¿Quién dirá cómo o cuándo empezó? cómo se lleva a cabo; cómo se mantuvo vivo; ¿Por qué canal se comunicaron y preservaron para gloria? ¡Oh! las misericordias desconocidas, las innumerables bendiciones, desde el día de su llamamiento eficaz, hasta que la gracia se consuma en la gloria eterna. ¡Oh! las visitas benditas que Jesús hace a sus escondidos, la manera en que les da en secreto los diez mil anticipos de su amor. ¡Cordero de Dios! que alimenta tu iglesia arriba,

Sí, precioso Señor Jesús, tú eres mi vida, mi fuerza, mi gozo, mi porción, mi defensa, cuando los ismaelitas, y los Esaus y Edoms, de la hora presente, vengan como tropas de Tema, para destruir. Escóndeme, Señor, en ti y en tu justicia, y dame a verlo, y a vivir cada día por fe en el disfrute presente de él, hasta que la fe se desvanezca a la vista; hasta que seas en todo bendito para mi alma, y ​​yo soy bendito en ti.

Entonces, como el apóstol, sabré verdaderamente que estoy muerto para todo menos para ti, y que mi vida está escondida contigo en Dios; que cuando aparezcas tú, que eres mi vida, yo también apareceré contigo en gloria.

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