• Ezequiel 8:2

    Miré, y he aquí una forma como de hombre. Desde su cintura hacia abajo era como de fuego, y desde su cintura hacia arriba era como un resplandor, como un metal reluciente.

  • Ezequiel 8:3

    Entonces extendió algo semejante a una mano y me tomó por un mechón de mi cabeza. Luego el Espíritu me elevó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que da hacia el norte, donde estaba el sitio de la imagen del celo, la que provoca a celos.

  • Ezequiel 8:4

    Y he allí la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el valle.

  • Ezequiel 8:5

    Entonces me dijo: “Oh hijo de hombre, levanta tus ojos en dirección al norte”. Levanté mis ojos en dirección al norte, y he aquí que al norte de la puerta del altar, en la entrada, estaba la imagen del celo.

  • Ezequiel 8:6

    Entonces me dijo: “Oh hijo de hombre, ¿ves lo que hacen estos, las grandes abominaciones que hacen aquí los de la casa de Israel, para alejarme de mi santuario? Pero todavía volverás a ver abominaciones aun mayores”.

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