• Génesis 31:39

    Jamás te traje los restos del animal despedazado, yo pagaba el daño. Lo robado, tanto de día como de noche, tú lo reclamabas de mi mano.

  • Génesis 31:40

    De día me consumía el calor, y de noche la helada; hasta el sueño huía de mis ojos.

  • Génesis 31:41

    Así he pasado veinte años en tu casa: catorce años trabajé por tus dos hijas y seis por tu ganado; y tú has cambiado mi salario diez veces.

Continúa después de la publicidad