• Hebreos 12:3

    Consideren, pues, al que soportó tanta hostilidad de pecadores contra sí mismo, para que no decaiga el ánimo de ustedes ni desmayen.

  • Hebreos 12:4

    Pues todavía no han resistido hasta la sangre combatiendo contra el pecado.

  • Hebreos 12:5

    ¿Y ya han olvidado la exhortación que se les dirige como a hijos? Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor ni desmayes cuando seas reprendido por él.

  • Hebreos 12:6

    Porque el Señor disciplina al que ama y castiga a todo el que recibe como hijo.

  • Hebreos 12:7

    Permanezcan bajo la disciplina; Dios los está tratando como a hijos. Porque, ¿qué hijo es aquel a quien su padre no disciplina?

  • Hebreos 12:8

    Pero si están sin la disciplina de la cual todos han sido participantes, entonces son ilegítimos, y no hijos.

  • Hebreos 12:9

    Además, teníamos a nuestros padres carnales que nos disciplinaban y los respetábamos. ¿No obedeceremos con mayor razón al Padre de los espíritus, y viviremos?

  • Hebreos 12:10

    Ellos nos disciplinaban por pocos días como a ellos les parecía, mientras que él nos disciplina para bien a fin de que participemos de su santidad.

  • Hebreos 12:11

    Al momento, ninguna disciplina parece ser causa de gozo sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados.

  • Hebreos 12:12

    Por lo tanto, fortalezcan las manos debilitadas y las rodillas paralizadas;

  • Hebreos 12:13

    y enderecen para sus pies los caminos torcidos, para que el cojo no sea desviado sino, más bien, sanado.

  • Hebreos 12:14

    Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

  • Hebreos 12:15

    Miren bien que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura brote y cause estorbo, y que por ella muchos sean contaminados;

  • Hebreos 12:16

    que ninguno sea inmoral ni profano como Esaú que, por una sola comida, vendió su propia primogenitura.

  • Hebreos 12:17

    Porque ya saben que fue reprobado, a pesar de que después quería heredar la bendición, porque no halló más ocasión de arrepentimiento, aunque lo buscó con lágrimas.

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