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Los bienes adquiridos apresuradamente al comienzo al fin de cuentas no serán bendecidos.
             
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No digas: “Devolveré el mal”. Espera al SEÑOR y él te salvará.
             
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Las pesas falsas son una abominación al SEÑOR; y la balanza de engaño no es algo bueno.
             
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Del SEÑOR son los pasos del hombre; ¿cómo podrá el hombre, por sí solo, entender su camino?
             
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Es una trampa para el hombre declarar a la ligera algo como consagrado, y reflexionar solo después de haber hecho los votos.
             
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El rey sabio dispersa a los impíos, y sobre ellos hace rodar la rueda.
             
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Lámpara del SEÑOR es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más recóndito del ser.
             
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La misericordia y la verdad guardan al rey, y con justicia sustenta su trono.
             
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La gloria de los jóvenes es su fuerza; y el esplendor de los ancianos, sus canas.
             
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Las marcas de los azotes purifican del mal, y los golpes purifican al corazón. 
             
            
    
    
    
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