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Huye el impío sin que nadie lo persiga, pero los justos están confiados como un león.
             
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Por la rebelión del país se multiplican sus gobernantes, pero por el hombre de entendimiento y de inteligencia permanecerá.
             
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El hombre pobre que oprime a los más débiles es como lluvia torrencial que deja sin pan.
             
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Los que abandonan la ley alaban a los impíos, pero los que guardan la ley contenderán con ellos.
             
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Los hombres malos no entienden el derecho, pero los que buscan al SEÑOR lo entienden todo.
             
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Mejor es el pobre que camina en su integridad que el de caminos torcidos aunque sea rico.
             
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El que guarda la ley es hijo inteligente, pero el que se junta con glotones avergüenza a su padre.
             
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El que aumenta sus riquezas con usura e intereses acumula para el que se compadece de los pobres.
             
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El que aparta su oído para no oír la ley, aun su oración es abominable.
             
            
    
    
    
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