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no sea que des a otros tu honor y tus años a alguien que es cruel;
             
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no sea que los extraños se sacien con tus fuerzas, y los frutos de tu trabajo vayan a dar a la casa de un desconocido.
             
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Entonces gemirás al final de tu vida, cuando tu cuerpo y tu carne se hayan consumido.
             
            
    
    
    
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