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¿Acaso no llama la sabiduría y alza su voz el entendimiento? 
             
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Sobre los lugares prominentes junto al camino, en las encrucijadas de las rutas se pone de pie.
             
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Junto a las puertas, ante la ciudad, en el acceso a las entradas da voces:
             
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“¡Oh hombres, a ustedes llamo! Mi voz se dirige a los hijos del hombre.
             
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Entiendan, ingenuos, la sagacidad; y ustedes, necios, dispongan el corazón.
             
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Escuchen, porque hablaré cosas excelentes y abriré mis labios para decir cosas rectas.
             
            
    
    
    
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