• Romanos 7:4

    De manera semejante, hermanos míos, ustedes también han muerto a la ley por medio del cuerpo de Cristo para ser unidos con otro, el mismo que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.

  • Romanos 7:5

    Porque mientras vivíamos en la carne las pasiones pecaminosas despertadas por medio de la ley actuaban en nuestros miembros a fin de llevar fruto para muerte.

  • Romanos 7:6

    Pero ahora, habiendo muerto a lo que nos tenía sujetos, hemos sido liberados de la ley para que sirvamos en lo nuevo del Espíritu y no en lo antiguo de la letra.

  • Romanos 7:7

    ¿Qué, pues, diremos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ninguna manera! Al contrario, yo no habría conocido el pecado sino por medio de la ley; porque no estaría consciente de la codicia si la ley no dijera: No codiciarás.

  • Romanos 7:8

    Pero el pecado, tomando ocasión en el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto.

  • Romanos 7:9

    Así que, yo vivía en un tiempo sin la ley pero, cuando vino el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.

  • Romanos 7:10

    Y descubrí que el mismo mandamiento que era para vida me resultó en muerte

  • Romanos 7:11

    porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó y, por él, me mató.

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