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Pone emboscadas a las aldeas; en los escondrijos mata a los inocentes; sus ojos vigilan a los desdichados.
             
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Acecha desde un escondite, como el león desde la espesura. Acecha para arrebatar al pobre; arrebata al pobre atrayéndolo a su red.
             
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Se agacha, lo aplasta; y en sus fuertes garras caen los desdichados.
             
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Dice en su corazón: “Dios se ha olvidado. Ha ocultado su rostro; nunca lo verá”.
             
            
    
    
    
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