• Salmo 102:2

    No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído. En el día en que te invoque apresúrate a responderme.

  • Salmo 102:3

    Porque mis días se han disipado como humo; mis huesos arden como un brasero.

  • Salmo 102:4

    Mi corazón ha sido herido y se ha secado como la hierba por lo cual me olvidé de comer mi pan.

Continúa después de la publicidad