• Salmo 102:3

    Porque mis días se han disipado como humo; mis huesos arden como un brasero.

  • Salmo 102:4

    Mi corazón ha sido herido y se ha secado como la hierba por lo cual me olvidé de comer mi pan.

  • Salmo 102:5

    Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne.

Continúa después de la publicidad