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¿Quién me guiará a la ciudad fortificada? ¿Quién me conducirá hasta Edom?
             
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¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado, y que ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos?
             
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Danos socorro ante el enemigo pues vana es la liberación que da el hombre.
             
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Con Dios haremos proezas, y él aplastará a nuestros enemigos. 
             
            
    
    
    
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