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¡Aleluya! ¡Alaba, oh alma mía, al SEÑOR!
             
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Alabaré al SEÑOR en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva.
             
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No confíen en príncipes ni en hijo de hombre porque no hay en él liberación.
             
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Su espíritu ha de salir y él volverá al polvo. En aquel día perecerán sus pensamientos.
             
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Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está puesta en el SEÑOR su Dios;
             
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quien hizo los cielos, la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; quien guarda la verdad para siempre;
             
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quien hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El SEÑOR suelta a los prisioneros;
             
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el SEÑOR abre los ojos a los ciegos; el SEÑOR levanta a los que han sido doblegados; el SEÑOR ama a los justos.
             
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El SEÑOR guarda a los forasteros; sostiene al huérfano y a la viuda pero trastorna el camino de los impíos.
             
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El SEÑOR reinará para siempre; tu Dios, oh Sion, de generación en generación. ¡Aleluya! 
             
            
    
    
    
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