• Santiago 3:3

    He aquí, ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan y dirigimos también su cuerpo entero.

  • Santiago 3:4

    Consideren también los barcos: Aunque son tan grandes y son llevados por impetuosos vientos, son dirigidos con un timón muy pequeño a dondequiera según el antojo del que los conduce.

  • Santiago 3:5

    Así también la lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. ¡Miren cómo un fuego tan pequeño incendia un bosque tan grande!

  • Santiago 3:6

    Y la lengua es un fuego; es un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros y es la que contamina el cuerpo entero. Prende fuego al curso de nuestra vida y es inflamada por el infierno.

  • Santiago 3:7

    Pues fieras y aves, reptiles y criaturas marinas de toda clase pueden ser domadas, y han sido domadas, por el ser humano.

  • Santiago 3:8

    Pero ningún hombre puede domar su lengua; porque es un mal incontrolable, lleno de veneno mortal.

  • Santiago 3:9

    Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres que han sido creados a la semejanza de Dios.

  • Santiago 3:10

    De la misma boca salen bendición y maldición. No puede ser, hermanos míos, que estas cosas sean así.

  • Santiago 3:11

    ¿Será posible que de un manantial brote agua dulce y amarga por la misma abertura?

  • Santiago 3:12

    Hermanos míos, ¿puede la higuera producir olivas, o la vid higos? Tampoco de una fuente de agua salada brota agua dulce.

  • Santiago 3:13

    ¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? ¡Que demuestre por su buena conducta sus obras en la mansedumbre de la sabiduría!

  • Santiago 3:14

    Pero si en su corazón ustedes tienen amargos celos y contiendas, no se jacten ni mientan contra la verdad.

  • Santiago 3:15

    Esta no es la sabiduría que desciende de lo alto sino que es terrenal, animal y diabólica.

  • Santiago 3:16

    Porque donde hay celos y contiendas, allí hay desorden y toda práctica perversa.

  • Santiago 3:17

    En cambio, la sabiduría que procede de lo alto es primeramente pura; luego es pacífica, tolerante, complaciente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y no hipócrita.

  • Santiago 3:18

    Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.

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